El Castillo de Arcos de Jalón se alza sobre un monte desde el que domina la localidad el mismo nombre, en la comarca de Arcos de Jalón, provincia de Soria.
El término de Arcos ha estado habitado desde muy antiguo, habiendo pasado por estas tierras pobladores celtas, romanos, visigodos, árabes y cristianos. Sobre la primitiva fortificación árabe los cristianos construyeron en el siglo XIV su castillo.
Situada en una encrucijada de caminos en el valle del río Jalón y en un paso natural entre Castilla y Aragón, Arcos y su castillo, al igual que otros castillos sorianos, como los de Montuenga, Somaén, Jubera y Medinaceli, constituía una importante plaza desde donde controlar el acceso a Aragón, contando para ello con una extensa red de atalayas. Fue objeto de disputas entre Pedro I y la casa Trastamara, así como entre castellanos y aragoneses durante las guerras de la Raya.
A lo largo de la historia fue pasando por manos de diversos propietarios, entre ellos Fernán Gómez de Albornoz y Luna, el primer propietario conocido (en tiempos de Alfonso XI), Juan Duque, los Manrique o los Medinaceli.
En Arcos se asentaba una importante población musulmana, y tan solo entre Arcos y Deza la Inquisición de Cuenca levantó más de un tercio de los procesos contra los moriscos.
El castillo de Arcos de Jalón es de planta triangular. La puerta de acceso al recinto se encuentra en el muro este, al lado de la torre del homenaje, y sobre ella se encuentran los escudos de armas de los Albornoz y Luna. El interior del recinto, que al parecer contaba con un gran aljibe, se encuentra hoy día cubierto y explanado.
La torre del homenaje es de planta casi cuadrada, de 12,8 x 12,6 metros de lados, muros de 2 metros de grosor, y unos 16 metros de altura, aunque quizás pudo haber sido más alta, a juzgar por el escalonamiento exterior a la altura de una imposta y por encontrarse completamente desmochada. El acceso a la torre se encuentra en altura, no siendo hoy más que un gran agujero a cuyos lados se abren sendas y minúsculas saeteras, siendo estas las tres únicas aberturas al exterior. En el interior pueden verse aún los restos de un arco que servía de apoyo a las vigas de madera que sustentaban los pisos de las plantas.
Fue construido en mampostería con hileras (verdugadas) de ladrillo al más puro estilo morisco. Las esquinas de la torre del homenaje son de sillar.
Se encuentra en estado de ruina consolidada.
Es de propiedad pública.
Es de acceso libre.
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Fecha de última modificación: 14/06/2020
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